jueves, 7 de abril de 2016

La trama discursiva y sus entramados: Psicoanálisis y discapacidad


En el campo del psicoanálisis existen diversos acercamientos al escenario de la discapacidad, cada aporte ha contribuido con posibles miradas y escuchas a una clínica que requiere la consideración de variables específicas.

El Psicoanálisis de las configuraciones vinculares nos propone conceptos dotados de sentidos y movimiento para articular la clínica de la discapacidad con el psicoanálisis. Los primeros aportes vienen de la mano de Isidoro Berenstein y  Janin Puget. Estos autores empezaron advertir, basados en el paradigma de la complejidad, la heterogeneidad  de los  espacios psíquicos y sus respectivas  representaciones.   
Berenstein (1994) plantea que el yo se manifiesta en tres espacios o mundos que constituyen la realidad psíquica: 1) Intrasubjetivo: el de las representaciones (funcionamiento fantasmático de la propia mente y del propio cuerpo, donde el otro aparece virtualmente); 2) Intersubjetivo: el espacio de las representaciones de los vínculos familiares (regulado por lo prescripto y lo prohibido en relación a  la sexualidad y la violencia, donde el otro tiene una presencia estable y con cierta marca real) y 3) Transubjetivo: el de las representaciones del medio sociocultural (regido por la ley social y donde los otros tienen presencia real y difusa).
La demanda que llega cuando acude una persona en situación de  discapacidad al psicoanalista  (o sin ella también, pero aquí puntualizaremos en el tema que nos convoca) es una demanda múltiple,  la tarea del analista será des-construir aquellos discursos y lógicas en los cuales tanto el “paciente designado” como su familia están inmersos. 
La escucha y mirada no están reducidas al sujeto ni al motivo de consulta inicial y aparente; sino se amplía a la producción conjunta enmarcada en el espacio intersujetivo en el “entre”, sin desconocer la influencia que tienen  los espacios intrasubjetivo y trasubjetivo en la constitución dinámica del entramado familiar.  
El paciente que llega a la consulta es un sujeto producido y productor de aquello que padece. Habrá que desplegar el rompecabezas y considerar cada una de sus piezas para llegar a un armado provisorio que dé sentido a aquello que parece no tenerlo y, por ende, los lleva a sufrir.
Deleuze nos acerca una metáfora que echa claridad a esta histórica discusión dual: ¿Quién es el paciente: el sujeto consultante o la familia? ¿A quién se toma en tratamiento? 
“Para percibir el ruido de las olas debemos percibir cada una de las gotas de agua que lo componen. Ese imperceptible ruido, solo en unión con los demás, es decir en el estrépito de las olas, es perceptible. Y no lo sería si la gota en cuestión no fuese única, singular. El ruido de cada gota debe tener una impresión sobre nosotros, por pequeña que sea, pues de lo contrario, la suma de las inmensurables gotas no producirán ningún sonido”.
Posiblemente no hay una respuesta a esta pregunta como tampoco hay un tratamiento que venga bien a todos los sujetos ni un abordaje universal que ensamble con todos los casos. Pero sí podríamos pensar que el sujeto en situación de discapacidad no solo tiene la marca del discurso parental  y sus consecuentes posiciones subjetivas sino también de Otros que empiezan a formar parte de la red discursiva y de un hacer con el cuerpo concreto. 
Como menciona Schorn (2013): “La noticia diagnóstica es considerada un hecho traumático cuando reactualiza otras situaciones penosas, pérdidas o duelos no elaborados en algún momento de la vida, irrumpiendo el diagnóstico en estos casos en el psiquismo con una intensidad tal que excede cualquier tipo de elaboración”. Con esta clara definición, podríamos pensar que la persona con discapacidad y su familia, que llega a la consulta, viene atravesada por más de un discurso, los cuales en un momento determinado juntos provocan excesos complejos de metabolizar... Excesos, quantum que desborda y necesita un borde que contenga.
En el momento de la noticia diagnóstica el discurso médico podrá alienar o habilitar, paralizar o generar movimiento, acompañar o dejar en soledad. Teniendo en cuenta las variables de cuándo y cómo se haya brindado la información a la familia,  tomará forma otra marca  que orientará el discurso y el deseo de la familia, marca que tendrá su efecto subjetivo  en el sujeto en situación de  discapacidad.
La psicoanalista Elsa Coriat realiza un lúcido aporte respecto de este tema: 
“El problema es que ningún significante quiere decir nada por sí mismo: el valor de cada uno está en intrínseca relación con los demás significantes que lo rodean. El significante emitido por el profesional es recibido desde la red significante del que escucha, y a su vez, del lado del que emite, el significado del diagnóstico viene inevitablemente, acompañado por otros que contribuyen a su significación”. (Coriat E., 1996).
Así es que se observa el intercambio dinámico entre los espacios intersubjetivo y lo transubjetivo, ambos hacen marcas y anudan significantes, provocando en algunos casos la emergencia de síntomas que exceden la discapacidad (orgánica) en sí misma. Es frecuente escuchar de quienes traen al paciente o  si este llega por sus medios la pregunta: ¿Será este aislamiento producto de su discapacidad? ¿Su deterioro cognitivo ha avanzado y Juan ya no está activo como antes? … Así otras preguntas o afirmaciones reducen la aparición de síntomas o trastornos psiquiátricos como consecuencia de la discapacidad. Situación que ubica a quien padece en un lugar de soledad como productor de su sufrimiento, la discapacidad continúa marcando al sujeto y a su entorno encerrado en una lógica determinista/causal.
El plateo que intento hacer en este escrito es que los profesionales que trabajan con personas en situación de discapacidad puedan ampliar su escucha y mirada más allá de la demanda actual y del padecimiento del paciente “individual”. El Psicoanálisis Vincular propone un marco referencial propicio para pensar la clínica ampliada, considerando otros discursos, que hacen nudo en el consultante y en la discapacidad.
Veamos una viñeta:
Martina tiene 16 años. Su diagnóstico es retraso mental leve por causa de una hipoxia perinatal. Vive con sus padres y su hermano  Germán (6 años), quien llega a esta familia sorpresivamente y genera una movilización significativa en la dinámica familiar como en la pareja parental. 
El motivo de consulta: Martina hace varios años que no es la misma, se encuentra sola y no tolera ningún cambio ni novedad, se pone agresiva. El psiquiatra dice que, aparte del retraso mental, tiene rasgos de TEA (trastorno del espectro autista) y sugiere medicación, comenta su madre en la primera entrevista.
Durante la entrevista (asisten sus padres):
Padre: Esta nena últimamente no tolera ningún cambio que se pone agresiva…
Madre (interrumpe): No tolera nada nuevo, siempre hay que hacer lo mismo, si no se pone a pegar y grita…
Terapeuta: ¿Podrían recordar aproximadamente desde cuándo notan estos cambios en Martina?
Madre: En realidad, para todos cambiaron muchas cosas con la llegada de German. A este niño no lo deseamos, nosotros no queríamos más hijos. Pensamos que nos sacaría tiempo para acompañar a Martina en sus terapias y lo que necesite…
(Silencio)
Padre: Así es… Esta novedad de que seríamos padres de nuevo nos trajo muchos problemas en la pareja, tuvimos que reorganizar todo. Aparte, el Neurólogo nos fue claro cuando nos dio el diagnóstico de Martina: “Estos chicos siempre van a ir más lentos que los demás, tendrán que tener mucha  paciencia. Ella siempre los necesitará para tener logros”. Recuerdo estas palabras textuales… A partir de aquí hicimos un acuerdo que tendríamos que tener paciencia, dedicarle más tiempo y estar a su lado, pero ahora con este niño que vino sorpresivamente ya no podremos cumplir con el acuerdo…
Martina, en el transcurso de su sesión, dibuja en un papel un círculo con tres personas y otra persona más pequeña fuera del círculo. Bordea el círculo con fuego y puntas.
Posiblemente aparezcan varias hipótesis para empezar a pensar el tratamiento de Martina… Pero es visible cómo inicialmente el discurso del Neurólogo (en la dimensión transubjetiva) se liga al “deber ser” de estos padres y su consecuente actualización de conflictos personales (que implicara un desligue intrasubjetivo en cada uno), en el plano intersubjetivo se observa un pacto (basado en lo que el neurólogo dice al comunicar el pronóstico y diagnóstico), que queda encriptado y dispara una modalidad de filiación con esta hija. 
Con el nacimiento de Germán, aparece el dualismo Deseado-No deseado, entre otros. Este acontecimiento para Martina es novedoso y  podría ser muy fructífero, como lo son las relaciones fraternas, pero en el entorno no es vivido como tal. Ya que ambos acontecimientos (diagnóstico de Martina y la llegada de Germán) no pueden ser desarmados, recreados y apropiados porque  quedan pegados a la conflictiva de pareja (pactos, acuerdos) y al discurso médico inicial.
Podríamos pensar que  Martina se dibuja con sus padres dentro de un círculo y a su hermano (como representante de lo que implican las novedades o situaciones de cambio) fuera del mismo. Decorando su dibujo, con sus fantasías  y miedos el riesgo de que  cualquiera que  traspase este círculo: podría quemarse, cortarse y, por qué no morirse… Aquí Martina, frente a semejante amenaza y angustia, pone en marchas de sus defensas como el aislamiento, la evitación y la agresividad. Se toma esta hipótesis sin dejar de considerar ni jerarquizar sobre otras que podrían representarse en este dibujo.
Se trabaja con Martina en sesiones inicialmente individuales, con los padres algunas sesiones de pareja, otras familiares. El encuadre no fue preestablecido, sino fue guiado por la lógica tranferencial  que los espacios vinculares propiciaban en el transcurso del proceso. Finalmente, Martina deja de tener  “rasgos de TEA” y se retira la medicación.
Para finalizar, compartiré las palabras del escritor mexicano Carlos Fuentes, quien metafóricamente convoca a una lectura de lo múltiple en lo singular y de lo singular en lo múltiple:
“Somos voces en un coro que transforman la vida en vida narrada y después devuelve la narración a la vida, no para reflejar la vida sino más bien para agregarle algo nuevo; no una copia, sino una nueva dimensión”.

Viviana E. Bálsamo*

* Viviana E. Bálsamo es Magíster en Discapacidad e Inclusión Social de Personas con Discapacidad. Universidad de Salamanca, España. Lic. en Psicología, Universidad Nacional de Córdoba; Discapacidad y Familia, Universidad de Favaloro,  Bs. As. Acompañante Terapéutica. Directora en Fundación Hora Libre, Córdoba.
Contacto: vivianaebalsamo@yahoo.com.ar

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