jueves, 16 de enero de 2014

Turismo en salud: un fenómeno en crecimiento


En los últimos 15 años esta práctica creció exponencialmente. Mueve un mercado de 6 billones de dólares al año e implica a millones de personas, no solamente como pacientes sino también como trabajadores. Desde el lifting hasta las células madre, la oferta de servicios es muy amplia. Bajo costo relativo, innovación y esperanza donde no la hay son las principales banderas de quienes lo promocionan. Pero también hay quienes lo miran con recelo.

ambién llamado Turismo Médico, preferimos la denominación de Turismo en Salud por resultar más comprensiva de la serie de prestaciones que implica esta actividad, que va más allá de las simples prestaciones de la Medicina, abarcando otras disciplinas tales como Odontología, Estética, terapias psicológicas y psiquiátricas, entre muchas otras.
Si bien parece una novedad de los años recientes, en realidad esta práctica de buscar salud y belleza en otras latitudes tiene un largo recorrido.
Ya en la época de los griegos existen reportes de personas que se trasladaban desde distintos puntos a Epidauro, una ciudad situada en la Argólida, una península al nordeste del Peloponeso, donde se ubicaba el templo de Asclepio, en el cual se practicaba una suerte de medicina basada en la interpretación de los sueños (siglos V-IV a.C.).
Siglos más tarde, otro centro de peregrinación sanitaria fue el hospital de Mansuri, en El Cairo, al que acudían enfermos de lugares remotos en busca de recuperar la salud perdida.
Además de estos ejemplos, desde siempre las personas acudían (y acuden) a chamanes, sanadores, manosantas y toda la serie imaginable de personas que decían curar lo incurable para la ciencia de esa época.
Incluso el santoral católico posee no menos de catorce santos a quienes invocar (y a cuyos santuarios concurren miles de fieles con ofrendas y promesas) protección y remedio para diversos problemas de salud.
De aquellos tortuosos viajes por caminos plagados de acechanzas e incomodidades a las deslumbrantes ofertas sanitarias actuales, que incluyen pasaje aéreo, hotelería de primera clase y hasta diversión (pasando, claro está, por los más modestos traslados en micro, tren, barco o automóvil a países vecinos para atenderse en hospitales públicos gratuitos, sin tanto glamour), el Turismo en Salud ha pasado de ser una suerte de peregrinación para convertirse en una industria con una pujanza enorme, al extremo que para algunos países resulta, hoy día, una de sus principales fuentes de ingreso de divisas.

Salud y negocio
En el estado actual del mundo globalizado, nada (o muy poco) escapa a la comercialización. La salud, en líneas generales, no escapa a esa condición.
Entre las 200 empresas más grandes del mundo, según Forbes, las relacionadas con este rubro directamente ocupan lugares muy importantes, tales como Pfizer (37), Novartis (57), Sanofi (empresa de investigación, desarrollo y venta de soluciones terapéuticas innovativas de Francia, 72), Merck (82), United Health Group (90), Roche (93), etc. Y es imposible conocer con certeza cuánto dinero mueve, directa o indirectamente, el tema de la salud, teniendo en cuenta que en un país desarrollado como los EE.UU. el 17,9% del PBI se gasta en este rubro (según el Banco Mundial), pero que en Sudán apenas alcanza al 1,6%, y que las diferencias en el PBI entre distintos países son abismales. Según esta consideración, EE.UU. no gasta 11 veces más que Sudán en salud (el PBI del primero supera los 15 billones de dólares y el de Sudán apenas supera los 9.000 millones). Teniendo en cuenta estos datos y la población de cada uno de los países, en EE.UU. cada habitante gasta en salud, en promedio, 8.550 dólares anuales, mientras que un sudanés apenas 15.
Más allá de las desigualdades, que se potencian si se tienen en cuenta otros factores (salubridad, alimentación, condiciones socioeconómicas, etc.), no es un inconveniente que quien comercialice un producto o un servicio relacionado con la salud gane dinero por hacerlo, siempre y cuando no exista ilegalidad en ello o que no se transforme en un factor de exclusión.
Sobre todo, teniendo en cuenta que el derecho a la salud es un derecho humano prioritario, íntimamente relacionado con otro, inalienable y principal, como es el derecho a la vida.

Qué es el turismo en salud
Habíamos señalado que el traslado hacia otros países o regiones en busca de la sanación de una dolencia no es una práctica novedosa.
Lo que sí lo es cómo se organiza en la actualidad.
Consiste en una especie de tour que incluye los pasajes de avión (generalmente), un acompañante o guía (sobre todo en países con distinta lengua), la internación del paciente en un sanatorio, clínica u hospital (puede ser público o privado), alojamiento para el/los acompañantes y la cobertura total de la prestación sanitaria. Usualmente, la evaluación del paciente para su viabilidad para el tratamiento a aplicar se hace en el país de origen, a través de algún asociado o por medio de instalaciones propias. En ocasiones, es necesario remitir la información clínica del paciente realizada por terceros o también es posible que se realicen los estudios pertinentes como paso previo a la intervención terapéutica en el lugar de destino.
Como extras, dependiendo del lugar que se elija, el paquete puede incluir visitas turísticas a lugares de interés, playas, paisajes, etc.
Si bien parece extraño que algunas de las promociones aludan a la conjunción entre terapia y placer, hay que tener en cuenta que la mayor parte de los que utilizan estos servicios no lo hacen para tratar dolencias graves, sino que buena parte de ellos se trasladan para tratamientos odontológicos, estéticos, ginecológicos, de fertilidad asistida, trasplantes de órganos, prácticas ortopédicas o simples chequeos preventivos, entre otros.

¿Por qué turismo en salud?
El principal argumento que se esgrime para su promoción tiene que ver con los costos.
Explica el Dr. Alejandro Cambiaso, miembro de la Academia de Medicina de la República Dominicana: “procedimientos que en Estados Unidos podrían costar 150.000 dólares (como una valvuloplastía) en el país alcanzarían los 17.000 dólares”.
A su vez, se pregona que en India las angioplastias cuestan alrededor de 11.000 dólares, una novena parte de lo que cuesta en Estados Unidos. Un lifting, que cuesta 12.000 dólares en Gran Bretaña, puede realizarse por 1.800 en Brasil.
Otro punto al que se alude tiene que ver con la excelencia. En ese sentido, en muchos países no existen las reválidas de los títulos académicos. Por ello, un profesional de la salud puede haberse recibido décadas atrás, sin que nadie sepa si se ha actualizado correctamente, teniendo en cuenta que la ciencia médica evoluciona constantemente.
La competencia por este mercado en desarrollo lleva a que quienes participan en él tengan que estar al día con las últimas novedades, para no quedarse atrás.
Por otro lado, también se señala que en diversos lugares del planeta existe un mayor desarrollo en determinadas prácticas, lo que hace recomendable el traslado hasta allí para los procedimientos más complicados, porque muy probablemente conlleven un mejor resultado.
Uno de los problemas que viene a solucionar esta práctica es el tiempo de espera. En muchos territorios, para acceder a determinadas prestaciones el interesado debe esperar semanas, meses y hasta años para poder realizarla, sobre todo si depende de instituciones públicas. En el Turismo en Salud los tiempos se acortan, siempre y cuando se disponga del dinero suficiente.
También la innovación es un factor importante. Si bien muchos de los procedimientos que se realizan no cuentan con el aval de la comunidad médica internacional y se trata, en su mayoría de técnicas experimentales, resultan tentadores para quienes, habiendo recorrido toda la gama de tratamientos posibles y aceptados, no han logrado la mejoría que buscaban.
El ejemplo típico es el de las células madre, que hasta la OMS asegura que aun no es ciento por ciento confiable, pero que, de todas maneras, se lleva a cabo en distintos países del globo.

¿Por qué no turismo en salud?
Así como existen defensores a ultranza de esta forma sanitaria, también se plantean objeciones o, al menos, cuidados al momento de elegirla.
Se plantea que algunos países como la India, Malasia y Tailandia representan un riesgo respecto de las enfermedades infecciosas epidémicas que presentan, cuya exposición puede traer consecuencias serias a los visitantes. Entre ellas, hepatitis A, disentería, paratifoidea, influenza, tuberculosis y otras.
Dependiendo del país elegido, se asevera que los cuidados posoperatorios pueden resultar problemáticos, por las condiciones de infraestructura y formas diferentes de practicarlos respecto del propio país de origen.
Por otro lado, si no existe un seguro que cubra las posibles fallas, es posible que ante una complicación que se presente ya retornado a su lugar de pertenencia (por ejemplo, una prótesis que no funciona como debiera), deba reemprenderse el viaje, costeándolo el propio usuario.
También el hecho de tener que atravesar grandes distancias de regreso tras un procedimiento quirúrgico puede ser problemático para la recuperación, por la inmovilidad prolongada, sobre todo en lo que hace al aparato circulatorio.
Desde el punto de vista legal, también puede resultar engorroso, por el desconocimiento del paciente de la legislación del país al que concurre.
En ese sentido, puede que las cuestiones sobre mala praxis no existan o estén limitadas, y que, ante cualquier problema derivado de una mala ejecución del procedimiento, quien lo haya sufrido se vea involucrado en un proceso de difícil resolución y/o de largo término, sin garantías, lo que implica, en la mayor parte de las oportunidades, el desistimiento de emprender acciones legales, lo que, siempre según los detractores de esta práctica, explicaría la baja judicialidad ante malas o deficientes prácticas.
Por otro lado, si las complicaciones se produjeran una vez regresado al lugar de origen, los problemas legales se complicarían y superlativamente, puesto que en muchos casos deberá presentarse demanda ante los tribunales del lugar donde se produjo la intervención.
La perspectiva ética del tema sugiere que, si se trata de procedimientos experimentales, además de los riesgos que ello conlleva, no resulta apropiado cargar los costos sobre los pacientes, puesto que lo que se está haciendo es una investigación, que provee de información a quien lo realiza, lo que debiera ser retribución suficiente.
Al mismo tiempo, si estos procedimientos en estudio no están aprobados, pueden implicar riesgos desconocidos potencialmente graves.

Los números de este turismo
Según datos publicados por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, en 2011 esta actividad representó el 9% del PBI mundial, lo que implica un movimiento de 6 billones de dólares, al tiempo que se estima que el número de personas que trabajan en ella llegó a 255 millones.
Los destinos médicos más populares son (por orden alfabético): Argentina, Brunei, China, Colombia, Costa Rica, Cuba, Filipinas, Hong Kong, Hungría, India, Jordán, Lituania, Malasia, Singapur, Sudáfrica y Tailandia, pero existen otros en crecimiento, como Corea del Sur, Israel, Nueva Zelanda y Túnez.
En muchos casos, existen agencias gubernamentales que, junto con las empresas privadas que brindan el servicio, se hallan abocadas al desarrollo de esta clase de turismo, puesto que los ingresos que provienen de él son muy importantes y, en promedio, el turista por salud gasta entre dos y tres veces más que el simple turista. Un caso es el de España, que en la actualidad recibe a casi 22.000 al año, pero aspira a llegar en el corto plazo a 100.000.

Para terminar
La mayor parte de quienes viajan a otros países en busca de servicios de salud lo hacen por una cuestión de costos y, en muchos casos, por cuestiones estéticas.
Otros, para mejorar su condición de salud después de haber intentado todo lo posible en sus lugares de origen.
En el caso de algunas personas con discapacidad, encuentran que en otros países los costos de prótesis, cirugías, procedimientos de rehabilitación, etc., resultan mucho más accesibles o, tras haber pasado por innúmeras manos, ven una luz de esperanza donde no la había, sin importar el aspecto monetario.
Sea cual fuere el motivo, el Turismo en Salud es una realidad que crece, quizás producto de la globalización.
Esto nos lleva a reflexionar que, más allá del derecho que tiene toda persona a buscar el mejor medio para tener una calidad de vida más plena, es necesario regular esta práctica y ponerla bajo los estándares más estrictos que permitan asegurar que, cuando menos, no produzca males peores que los que busca remediar.
Existen personas bien intencionadas que buscan el bien más allá de los aspectos económicos, pero también otras que medran con las expectativas de sus semejantes. Por ello, antes de emprender una peripecia de esta clase, es necesario asesorarse adecuadamente y no dejarse llevar por falsas promesas. No siempre el que más promete es el mejor.
Otra reflexión sobre este tema nos conduce a expresar que de acuerdo como se encara la salud en el mundo, hay algo que no funciona como debiera. Si, como lo afirman múltiples tratados internacionales, todas las personas tienen derecho a la salud, que no es meramente la ausencia de enfermedad, ¿cómo es posible que solamente unos pocos puedan acceder a las prácticas más novedosas y efectivas, en los lugares más apropiados y con los mejores profesionales?

Ronaldo Pellegrini

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