viernes, 28 de octubre de 2011

Desarrollo del lenguaje y de la comunicación en los niños con síndrome de Down


Descripción de la imagen: niño con Síndrome de down

Tuve recientemente el privilegio de presentar un taller en la Asociación de Patólogos y Audiólogos del Habla y del Lenguaje de la British Columbia, en Kelowna. Aproveché esa oportunidad para revisar la reciente literatura sobre el desarrollo del lenguaje en la población con síndrome de Down, así como para revisar métodos prometedores que mejoren la intervención del habla y del lenguaje. El resultado de estas dos revisiones fue renovar mi optimismo porque sin duda hemos aprendido abundantemente durante los últimos cinco años y porque en la próxima década se van a realizar nuevos estudios de investigación que ocasionarán mejoras en los resultados del lenguaje y la comunicación.
Quizá el hallazgo más importante en la investigación se deba al estudio de Robin Chapman, quien documentó que el lenguaje de las personas con síndrome de Down sigue desarrollándose una vez superadas la adolescencia y la joven adultez. Este descubrimiento derrumba décadas de suposiciones alimentadas por las teorías de los períodos críticos, que sugerían que el desarrollo del lenguaje cesaba hacia los 12 años de edad. Esta idea supuso la no disponibilidad de servicios de logoterapia (fonoaudiología) para niños mayores, adolescentes y adultos con síndrome de Down, ya que se suponía que no se iban a beneficiar del tratamiento. Claramente, podemos ahora afirmar basándonos en estos resultados que el aprendizaje continúa durante la adultez. Después de dedicar décadas de mi vida dirigiendo investigación y trabajando con las familias, resulta sin duda alentador el haber por fin demostrado que continúa el progreso del lenguaje y la comunicación.
El segundo resultado de mi revisión bibliográfica demostró que los niños con síndrome de Down añadían vocabulario en el mismo nivel de complejidad conceptual que correspondía a lo que su edad mental era capaz de captar de su experiencia del mundo. Cuando se compararon las habilidades de comprensión del vocabulario en dos grupos de niños, con y sin síndrome de Down, de la misma edad mental, los que tenían síndrome de Down tenían mayor vocabulario comprensivo. Y esto parece lógico si nos damos cuenta de que los niños con síndrome de Down tienen como media dos veces más de años de experiencia del mundo que su grupo correlativo de la misma edad mental. Efectivamente, un niño con síndrome de Down alcanza, por ejemplo, una edad mental de 3,5 años cuando llega a los 7 años, mientras que la edad cronológica del niño que no tiene síndrome de Down es de 3,5 años. El niño con síndrome de Down ha dispuesto del doble de tiempo para captar las experiencias de su entorno que su edad mental le permite. Podemos ser optimistas sobre el aprendizaje de vocabulario si nos concentramos en palabras que estén dentro del alcance conceptual del niño y reflejen su conocimiento del mundo y su experiencia.
El tercer resultado que obtuve en mi revisión de la literatura tuvo que ver con la inteligibilidad del lenguaje. Casi todos los trabajos sobre niños con síndrome de Down muestran un período prolongado de habla ininteligible. Se han descrito muchos métodos de intervención para mejorar el habla, pero el mantener estos progresos en la comunicación de cada día es todo un desafío. La inteligibilidad del habla está promovida por numerosos factores, tanto físicos como lingüísticos. Por ejemplo, si mejoramos el apoyo respiratorio para el habla mediante un ejercicio vigoroso, el habla mejorará. Debe haber una coordinación entre el flujo de aire que atraviesa la laringe y la actividad de los músculos articulatorios. Parece que existe un problema permanente con la velocidad de articulación. Si se diseñan intervenciones que mejoren el apoyo respiratorio y al mismo tiempo reduzcan la velocidad del habla, la inteligibilidad mejorará considerablemente. La inclusión de todos estos rasgos en un programa prolongado de tratamiento en el que se utilizan la ejecución, el canto, la danza y el drama, ha demostrado ser eficaz para ejemplificar la mejoría en la inteligibilidad del habla, así como para avanzar en las habilidades lingüísticas. Este programa integrado, creado por Peggy Rosin en la Universidad de Wisconsin, es realmente algo como para sentirse muy animado. Los niños vienen juntos en grupos durante dos horas por la mañana y otras dos por la tarde, y en un período de tres semanas consiguen progresar en todos los niveles del habla, el lenguaje y la comunicación.
En 1993, Diane Crutcher, madre de un niño con síndrome de Down, definió tres temas que los padres perciben como limitaciones en la intervención del habla-lenguaje. El primero es la falta de tiempo, conciencia o voluntad del logopeda (fonoaudiólogo) para explorar técnicas de intervención que sean específicas para su alumno en concreto. El segundo es el fracaso a la hora de modificar las técnicas de intervención para convertirlas en estrategias que se ajusten al estilo de vida natural de una familia. El tiempo obliga a que la mayoría de los profesores trabaje con la mentalidad de que “una talla sirva para todos”. La falta de sensibilidad hacia los estilos y necesidades de una familia en concreto hace que muchos de los programas de intervención sean ineficaces, y que se juzgue a las familias como poco interesadas cuando de hecho es el logopeda quien falla. La tercera limitación es la incapacidad de los profesionales para darse cuenta de que las familias tienen otras tareas en sus vidas que requieren también su atención: las actividades de cada día, los problemas económicos, las preocupaciones de la salud, otros aspectos educativos, los problemas de los demás miembros de la familia. Hemos de asegurarnos de que no descuidamos el contexto familiar al diseñar secuencias eficaces de intervención para los niños con síndrome de Down.
Me siento optimista al comprobar que con los nuevos resultados obtenidos mediante el trabajo de investigación, los logopedas y los padres pueden trabajar eficazmente para proporcionar apoyos mantenidos que han de conseguir una comunicación más eficiente. Y conforme los niños mejoren las habilidades de su habla y su lenguaje, aumentarán las oportunidades de su independencia.
 Jon F. Miller

1 comentario:

  1. Excelente blog, muy interesantes las notas, quizás en algún momento extraiga algo de aquí, obviamente con su autorización y cita correspondiente, para publicar en nuestro blog. Saludos desde Concordia, Entre Ríos.

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